La verdad, tengo que decir que da bastante alegría saber que la juventud está interesada en la vida agraria, y en general en todo lo que tiene que ver con el medio ambiente, de la provincia salmantina, y que hay intereses más allá de ver xxx jovencitas por internet (o bueno, cualquier otra categoría que guste, que en eso no voy a meterme) o pasarse el día con el móvil, en un plano tecnológicamente insoportable. Un ejemplo de ello lo vimos en el post anterior, donde se veía cómo jóvenes agricultores de nuestra provincia exploraban la tierra cultivable para intentar innovarla y probar con cultivos novedosos, buscando sacarle provecho de la manera más eficiente y beneficiosa para todos. ¡Muy bien por ellos, la verdad!
De todas formas, se ve ese interés a diario, aunque no siempre sale en los medios, pero los que vivimos aquí sabemos que no siempre es necesaria esta publicidad, si a cambio los resultados se van viendo en el día a día. La verdad, hacía tiempo que nuestro plan agrario no salía a la luz, hemos estado muchos años manteniendo nuestra agricultura y ganadería como quién dice a la antigua usanza, de una manera tradicional; ahora, parece que una nueva revolución se viene, gracias a una generación que afortunadamente no se da por vencida, y quiera que en Salamanca se pueda vivir de la tierra, sí, pero de una forma mucho mejor que hasta ahora.
Quizá estaría bien decir que, en este nuevo movimiento, las chicas estudiantes están teniendo una mayor incidencia que los chicos, como cuando hace unos días vimos un grupo de universitarios de la facultad de agronomía haciendo prácticas cerca de mi pueblo. Se veía bien claro que la mayoría eran chicas, y no sólo se advertía su número, sino además su interés: preguntaban más, hacían más sugerencias, y miraban cada prueba y resultado con minuciosidad; claro está, con esto no quiero decir que no haya hombres brillantes y con buenas ideas entre este grupo y en el de los encargados de modernizar nuestro sistema agrario, pero a lo que me refiero es que, a la hora de conocer conclusiones, son los varones los que parecen llevarse los laureles. ¿Todavía pensamos que estos no son asuntos de nuestras mujeres?
Espero que esto no pase, o al menos, que cada vez pase menos, porque que en Salamanca nos guste vivir con sencillez y apegado a costumbres tradicionales no quiere decir que no valoremos el trabajo de la mitad de nuestra población. En toda generación de trabajadores del campo, hay que decir que las mujeres siempre han sido una parte muy numerosa, que se encargaban de bastantes parte del trabajo, ya fuera menos duro o no; y hay que valorar sus conocimientos no sólo en el proceso de la plantación y fructiferación de cualquiera de nuestros cultivos, sino también en su recolección y, algo muy importante, en los diferentes usos que se le puede dar a todo lo recolectado. El sacar rendimiento a lo que ha dado la tierra siempre ha sido un asunto que se suponía encargado a las mujeres, que eran las que proveían de alimentos preparados a la familia, no los directamente recogidos del campo y de la ganadería; y no debemos olvidar que, en estas lides, siempre han sido unas expertas, más allá de que se considerara su función o no.
Lo importante es que nos demos cuenta de que nuestra juventud, sea del sexo que sea, está más que dispuesta a seguir apostando por la buena tierra de nuestra provincia; y que sin echar a un lado la modernización y la tecnología que nos rodea por doquier, son capaces de unir todo eso y los conocimientos ancestrales de sus mayores para seguir avanzando y convertirnos en una potencia nacional en cuanto a agricultura y ganadería.