Noticias del mundo Rural

Y todavía se lleva eso de ir al campo…

Somos muchos los que nos quejamos, y digo esto porque me incluyo, de que la gente ha perdido el gusto por disfrutar de la forma de vida rural. Quizá se pueda decir que una parte de culpa la tiene la ciudad y sus comodidades, sus avances y su forma de vida rápida y delirante, que hace que sus habitantes estén como alienados, sin pensar que podrían pasar sus días de otras formas. Pero también, y este es un pensamiento personal, me parece que la forma en que presentamos ahora las zonas rurales, desde las administraciones e incluso desde ciertos medios publicitarios, no es la más adecuada para hacer que los ciudadanos deseen hacer vida silvestre, desde luego.

Todavía recuerdo muy bien los tiempos de mi juventud, cuando llegaban los domingos y todos los colegas nos reuníamos para, como lo llamábamos entonces, «ir al campo«. Sí, no hace tanto tiempo de eso, las jornadas dominicales estaban hechas para salir al aire libre y la naturaleza, y familias, asociaciones y grupos de amigos cogíamos bocadillos y refrescos, y allá que nos íbamos al prado más cercano para, como decíamos entonces, «echar el día«.  Yo lo practiqué de pequeño, y cuando fui creciendo y llegué a la juventud, como digo, éramos mis amigos y yo los que cogíamos la mochila cada fin de semana y nos íbamos al aventura.

 

Ojo que, a esas edades donde las hormonas nos andaban revolucionadas, no teníamos en mente disfrutar de la naturaleza en sí, sino hacer de la naturaleza el decorado de nuestro disfrute. Recuerdo muchos paseos con mis ligues bajo la sombra de los árboles mientras el grupo de amigos hacían algún tipo de guiso un poco más allá, y perdernos en la arboleda para acabar echando un polvo o practicando porno anal apartados de la vista de los demás; y no era yo el único, a poco que te descuidaras podías encontrarte con otras parejas que hacían lo mismo, con lo cual aquel kilómetro cuadrado se convertía en algo así como un picadero público en el que lo difícil era no ver sexo al aire libre en pareja, pero en fin… Eso también contribuía bastante a la diversión, no te creas.

Es cierto que la ciudadanía cada vez se muestra más insolidaria y poco respetuosa con el medio ambiente, y han sido muchos los que han provocado incendios, o han causado desastres en parques nacionales, o simplemente han ensuciado nuestros bosques, montes y prados con toda clase de basura, sin ningún reparo ni remordimiento. Por causa de esto, quizá todo esto de pasar el día en el primer lugar al lado de una carretera comarcal que se te ocurriera ha acabado siendo prohibido por las autoridades, incapaces de poder estar en todos estos lugares y en todas estas actuaciones potencialmente peligrosas. Y claro, desde que los mayores dejan de hacerlo, las nuevas generaciones no tienen la oportunidad de conocer estas salidas al campo, aunque desde luego tampoco tienen la oportunidad de demostrar si todo este comportamiento poco ecologista e irrespetuoso ha cambiado, o sigue desarrollándose en el tiempo.

Pero poco importan las razones en realidad, la cuestión es que hemos acabado por perder el placer de ir cada domingo de campo, algo que era casi una tradición, y por ende, ahora sólo vemos el campo como un sitio de cultivo, relacionado con la economía y con una forma de vida que cada vez le interesa a menos gente. Por eso, el turismo rural es una buena forma de incentivar el interés por este mundo, con todo el beneficio que trae no sólo para cada individuo, sino para todos como una sociedad.

 

El campo salmantino, interés de estudio actual

La verdad, tengo que decir que da bastante alegría saber que la juventud está interesada en la vida agraria, y en general en todo lo que tiene que ver con el medio ambiente, de la provincia salmantina, y que hay intereses más allá de ver xxx jovencitas por internet (o bueno, cualquier otra categoría que guste, que en eso no voy a meterme) o pasarse el día con el móvil, en un plano tecnológicamente insoportable. Un ejemplo de ello lo vimos en el post anterior, donde se veía cómo jóvenes agricultores de nuestra provincia exploraban la tierra cultivable para intentar innovarla y probar con cultivos novedosos, buscando sacarle provecho de la manera más eficiente y beneficiosa para todos. ¡Muy bien por ellos, la verdad!

De todas formas, se ve ese interés a diario, aunque no siempre sale en los medios, pero los que vivimos aquí sabemos que no siempre es necesaria esta publicidad, si a cambio los resultados se van viendo en el día a día. La verdad, hacía tiempo que nuestro plan agrario no salía a la luz, hemos estado muchos años manteniendo nuestra agricultura y ganadería como quién dice a la antigua usanza, de una manera tradicional; ahora, parece que una nueva revolución se viene, gracias a una generación que afortunadamente no se da por vencida, y quiera que en Salamanca se pueda vivir de la tierra, sí, pero de una forma mucho mejor que hasta ahora.

Quizá estaría bien decir que, en este nuevo movimiento, las chicas estudiantes están teniendo una mayor incidencia que los chicos, como cuando hace unos días vimos un grupo de universitarios de la facultad de agronomía haciendo prácticas cerca de mi pueblo. Se veía bien claro que la mayoría eran chicas, y no sólo se advertía su número, sino además su interés: preguntaban más, hacían más sugerencias, y miraban cada prueba y resultado con minuciosidad; claro está, con esto no quiero decir que no haya hombres brillantes y con buenas ideas entre este grupo y en el de los encargados de modernizar nuestro sistema agrario, pero a lo que me refiero es que, a la hora de conocer conclusiones, son los varones los que parecen llevarse los laureles. ¿Todavía pensamos que estos no son asuntos de nuestras mujeres?

Espero que esto no pase, o al menos, que cada vez pase menos, porque que en Salamanca nos guste vivir con sencillez y apegado a costumbres  tradicionales no quiere decir que no valoremos el trabajo de la mitad de nuestra población. En toda generación de trabajadores del campo, hay que decir que las mujeres siempre han sido una parte muy numerosa, que se encargaban de bastantes parte del trabajo, ya fuera menos duro o no; y hay que valorar sus conocimientos no sólo en el proceso de la plantación y fructiferación de cualquiera de nuestros cultivos, sino también en su recolección y, algo muy importante, en los diferentes usos que se le puede dar a todo lo recolectado. El sacar rendimiento a lo que ha dado la tierra siempre ha sido un asunto que se suponía encargado a las mujeres, que eran las que proveían de alimentos preparados a la familia, no los directamente recogidos del campo y de la ganadería; y no debemos olvidar que, en estas lides, siempre han sido unas expertas, más allá de que se considerara su función o no.

Lo importante es que nos demos cuenta de que nuestra juventud, sea del sexo que sea, está más que dispuesta a seguir apostando por la buena tierra de nuestra provincia; y que sin echar a un lado la modernización y la tecnología que nos rodea por doquier, son capaces de unir todo eso y los conocimientos ancestrales de sus mayores para seguir avanzando y convertirnos en una potencia nacional en cuanto a agricultura y ganadería.

El pistacho, un cultivo en pruebas

«Los pistachos representan una buena alternativa en la agricultura: las plantas son muy resistentes, no requieren mucho mantenimiento y el producto está en demanda. Se pueden lograr resultados excepcionales con un suelo adecuado y el rango ideal de temperatura». Ante las palabras de un experto en el tema, la Asociación de Jóvenes Agricultores (ASAJA), planteó un proyecto a la Diputación de Salamanca allá por el 2013, para introducir el cultivo de este fruto seco en la región, y más concretamente en la provincia, como alternativa al almendro, el cerezo y el olivo. No es algo nuevo en nuestro país, pues el pistacho fue introducido en España por los romanos, y los árabes hicieron de él un verdadero manjar que mimaron al máximo; pero en la Edad Media fue totalmente eliminado de los campos españoles, quizá por considerarse un fruto poco amoldado a las costumbres gastronómicas de la época y de su sociedad y con bastantes reminiscencias a épocas paganas.

En la actualidad, el pistacho es un producto bastante apreciado, y aunque España tiene que importar bastante cantidad al año a causa de su demanda, en realidad tiene muy poca zona dedicada a su cultivo, casi toda ella en Castilla La Mancha. La ASAJA quiere intentar su implantación en la provincia salmantina, aunque saben que es algo difícil, pues la geografía de la zona e incluso sus trabajadores agrónomos están poco preparados para este tipo de cultivo; pero a pesar de ello, poco a poco el experimento ha empezado a dar buenos frutos, nunca mejor dicho, jeje.

Solo Italia, Grecia y España producen el llamado oro verde dentro de la UE; el cultivo de pistacho representa una buena fuente alternativa de ingresos y permite el uso de suelos abandonados u otros empobrecidos por cultivos invasivos. El suelo ideal debe ser drenante y suelto; las plantas prosperan en manantiales suaves seguidos por veranos largos y cálidos. Antes, los pistachos solían cultivarse en tierras que carecían de agua, mientras que ahora, con portainjertos innovadores, se pueden plantar arboledas irrigadas automáticamente; además, los tiempos de madurez del fruto se han acortado.

Un pistacho necesita al menos una planta masculina por cada 8 plantas femeninas con un patrón de 6 x 6 metros. Una hectárea puede albergar 280 árboles. Los pistachos son plantas del desierto, por lo que requieren largos inviernos secos e inviernos con un mínimo de 700 horas de frío. Los árboles adultos pueden crecer hasta 6 metros de altura con un diámetro total de follaje de 5 metros y se pueden plantar durante todo el año, incluso si el tiempo ideal es entre finales de octubre y finales de marzo.

La agricultura, uno de los pilares de la provincia

Creo que, para disfrutar bien de un lugar, es necesario conocer de antemano algunas de sus características. A veces, tenemos una idea preconcebida de un sitio en concreto, quizá por lo que hemos leído o hemos visto aquí y allá, y cuando llegamos a él podemos encontrarnos con que nos encanta porque cumple de sobra con nuestras expectativas; pero también puede suceder que nos quedemos muy decepcionados, o desconcertados porque realmente no encontramos lo que queremos, ya sea por no existir o por ser muy diferente a la realidad.

Así que, para hacer turismo rural en Salamanca, creo que es necesario conocer un poco de la provincia y sobre todo, como es normal, de su mundo rural. La agricultura es un pilar básico de toda la Comunidad Autónoma, así que ya comprenderás que es un motor económico muy importante; y su turismo fuera de las ciudades no tiene más remedio que adaptarse a esto. Pero, ¿cuáles son las características de esta actividad económica en esta zona en concreto? Echemos un vistazo a ello.

Para empezar, podemos decir que Castilla-León es una comunidad autónoma situada en el noroeste de España cuyo paisaje refleja el importante papel que desempeñan las comunidades rurales: las personas de esta región que han trabajado para preservar la forma tradicional de vida, promoviendo alimentos de calidad y sector primario (parece que no dejo de decir esto, pero es importante para conocer el carácter de la zona y de sus habitantes). De hecho, en esta región que es la más grande de España y la tercera de Europa, y que tiene nueve provincias y una población que representa más del 5% de la población del país, la agricultura ha sido tradicionalmente la base de su economía; así, la producción agrícola castellano-leonesa representa el 15% del sector primario español.

Esta región es generalmente seca y tiene temperaturas que van desde extremadamente frías en invierno hasta abrasadoras en verano. A pesar de estas características, sus tierras son fértiles y muchas plantas diferentes pueden crecer en ellas. Además, el riego está aumentando en las cuencas de los ríos Duero, Pisuerga y Tormes, por lo que alrededor del diez por ciento de las tierras agrícolas de la región son de regadío.

Por tradición, a Castilla y León se la conoce como «el granero de España«, porque tiene grandes campos de cultivos de cereales que crecen en toda la meseta central, incluidos el trigo, la cebada, el centeno, el girasol y la avena; gracias a las nuevas tecnologías, estos cultivos se han hecho cada vez más ecológicas y mucho más productivas.

Además, hay nueve zonas vinícolas de «Denominación de origen». En su mayoría se encuentran alrededor del valle del Duero. Se ha convertido en una de las áreas en España que posee las variedades más grandes de vino, y también algunas de las denominaciones de origen más conocidas, como los vinos blancos frescos de Rueda y los vinos tintos fuertes de Toro.

Como ves, una tierra rica y fértil, que ha sabido mantenerse productiva a través de los siglos.

 

Salamanca, un paraíso para el turismo rural

Que no se note demasiado, pero aquí entre nosotros, mi familia y yo hemos vivido siempre del turismo rural en la provincia de Salamanca; así que seguramente este blog debe ser uno de los menos imparciales que te puedes encontrar en internet. Aún así, tengo la esperanza de que todo aquel que lo visite se dé cuenta de que no hablo de ello en plan interesado ni para beneficio propio, sino porque de verdad creo que estos lugares merecen un puesto de honor en la lista de los mejores entornos rurales para gozar de la naturaleza. Un verdadero paraíso en la Tierra para los amantes del medio natural y el aire libre.

Claro que todo depende bastante del lugar que elijas para visitar, y por supuesto, del plan que lleves para hacerlo. Como en casi todo en esta vida, el tema económico influye bastante, y uno puede elegir visitar estos lugares en plan espléndido, gozando de toda clase de comodidades y lujos a veces superfluos, o hacerlo de una forma frugal y un poco a la aventura, con los gastos mínimos. Por supuesto ambas opciones son válidas y perfectamente elegibles para cualquiera, sólo hay que adaptar la decisión a la forma en que se quiera conocer el lugar o se quiera disfruta de él, nada más.

Conste que, a pesar de tener que nuestro negocio se basa en las viviendas rurales, yo mismo he hecho turismo por toda la provincia de muy diferentes maneras: desde paradores nacionales a tiendas de campaña, pasando por moteles y hostales e incluso alguna que otra noche bajo el cielo raso. Es por eso que sé muy bien de lo que hablo al decir que cada vez hay que adaptarse a las intenciones con las que vamos a un lugar, y no dejar que sea al revés, claro, en la medida de lo posible; es la mejor forma de disfrutar de nuestro viaje con total plenitud, no tengo ninguna duda de eso.

Salamanca es una zona que ha quedado en un plano bastante rural; esto es, no que esté subdesarrollada ni mucho menos, sino que sus núcleos urbanos en forma de ciudades modernas no son demasiados, y la economía y forma de vida es más bien sencilla y muy basada en la tierra, que es uno de los principales motores económicos de la comunidad. Puede que algunos vean esto como un inconveniente, pero no es así si de verdad no se quiere perder ese vínculo con la naturaleza que los avances tecnológicos y la forma de vida de las metrópolis no han hecho casi olvidar. Síguenos leyendo y verás esta provincia con unos ojos diferentes.